Como bien me dijo mi amiga Diana Valcárcel: “El Camino de Santiago es un reflejo de la vida”. TOTAL y, a lo Fangoria: ¡ABSOLUTAMENTE!
Llevaba años queriendo hacerlo y del modo en el que lo he hecho: en compañía de Nala. Las dos juntas. Solitas y en silencio, pero a la vez en comunicación constante.. Otro año lo haré en compañía (humana) y con Zuri. Pero éste, mi primer Camino, me lo debía y se lo debía a Nalita. Nota importante: este parrafillo lo consideraréis una tontería aquellos que no tengáis perro, lo sé. Y sólo puedo deciros: animaos a compartir vuestra vida con uno… o con muchos Es una unión muy difícil de describir pero automática en cuanto que le mires por primera vez a los ojines… Sigo…
Cada uno, en la vida, tiene su ritmo, tiene unas condiciones favorecedoras, otras que no lo son tanto, tiene una actitud de afronte y tiene una mochila. Una mochila vital elástica con la que nace y que va tomando forma con el paso de los años. Y en El Camino (que se me merece unas mayúsculas ;)) exactamente igual. Ves quién está pendiente de los demás y quién va a lo suyo, quién compite y quién disfruta, quién es afable y quién no empatiza, quién saca jugo a los pequeños detalles y quién necesita una grúa para poder ver algo con perspectiva, quién respira lo que necesita y quién respira envidia.
Y la famosa mochila, claro, que en este caso es física (de Decathlon la mayoría, jeje), y que tú buenamente haces para empezar tu Camino metiendo lo que crees que necesitarás. Luego ves que faltan y sobran cosas pero bueno, ya la irás perfeccionando etapa tras etapa y, si repites, Camino tras Camino. Nuestras mochilas, nuestras vidas, unas pesan más, otras menos, unas son más técnicas y por tanto más llevaderas, otras más básicas y por tanto más incómodas. Lo importante: sólo si sientes que puedes mejorar el peso que llevas o el modo en que lo llevas, actuarás en consecuencia y recolocas, sacas, sustituyes.. Cambias cosas. Cambias tú.
Que El Camino no está preparado para hacerlo con tu perro es tan cierto como que yo soy bajita. Pocos hoteles admiten animales (los albergues casi ninguno) y todavía hay que soportar miradas inquisitorias de los dueños de chiringuitos que, siendo totalmente objetiva, tienen bastante más mierda en una esquina del garito que la pata de uno de nuestros perros.
Pero, a pesar de ello, la inmensa mayoría de gente valora y mima al de al lado y, en mi caso, a Nala, esa perrita rubia de caminar pizpireto, con sus alforjitas con su chubasquero y cartilla dentro (lo que no pesaba).
Aunque sin la Compostela, eso sí, porque no me la quisieron dar, a pesar de que cuando te preguntan si el motivo de tu camino es religioso, espiritual o personal, yo dije que personal y espiritual, porque necesitaba pasar tiempo con un animal que siento como parte de mi misma, que me ha salvado la vida de manera literal y que, coñe, se lo ha hecho y con creces, que ellos recorren un tercio más en lo que te adelantan y vuelven a por ti. Pero no. No te lo dan y es una pena. Porque la vida, como El Camino, está lleno de símbolos. Y tener un papelito donde diga que llegaste a Santiago De Compostela caminando, pasando por equis sitios, haciéndote equis kilómetros, saliendo de equis pueblo… Es un símbolo más, señores de la Iglesia. No es el objetivo del viaje. Punto que, si tuviera la suerte de que estas líneas las leyera alguien “poderoso” del asunto, pediría que se lo reflexionaran y mucho y, ya puestos, que se piensen si es de buen cristiano o de buen amigo de los peregrinos el cobrar 3€, al margen del “papel oficial”, si quieres que en tu papel aparezcan los kilómetros exactos que has hecho, como si de las ofertas de una frutería se tratara. Pero, insisto: la Compostela de cada uno que se la valore cada uno. La mía la tengo clara: es de las dos. Ha sido nuestro viaje de chicas.
Después de casi siete años sin unas vacaciones como las entiende el mundo, descansando, desconectando y todos esos “andos” maravillosos, este año por fin pude sentirlos todos y alguno más. Porque ver que durante 6 días eres dueña absoluta de tu tiempo, de tu conectividad/disponibilidad/visibilidad al mundo, de tu pensamiento y de tu descanso, eso es un spa para las cabezas que no duermen, como la mía. El Camino es como entrar en un pequeño paréntesis: tu objetivo es hacerlo, llegar a Santiago, ir haciendo cada etapa. El Camino es como entrar en un pequeño paréntesis: tu objetivo es hacerlo, llegar a Santiago, ir haciendo cada etapa.
Planificártelas para ir con el mejor tiempo y luz que pueda depender de ti, con las provisiones y paradas que consideres. Disfrutando de cada pensamiento, de cada encuentro fugaz con otros peregrinos, de cada encuentro menos fugaz si tienes la suerte de que te pase, de tu silencio o tu batiburrillo mental, de ese libro que quieres leer con calma y paz a dos hojas por hora como mucho, con dos narices.
Pero El Camino, como la vida, lo empiezas a dominar cuando ya se te está acabando. Y en la vida no hay marcha atrás, es una de las normas del juego. Y frustra, por ser fina. Pero de repente piensas que El Camino puedes hacerlo más veces, desde otros sitios, otros Caminos, con otra compañía. ¡Y sonríes! Joder, ¡qué alivio! ¡Puedes repetir y enmendar! ¡Puedes no ir la primera etapa queriendo llegar de los primeros! Pero El Camino, como la vida, lo empiezas a dominar cuando ya se te está acabando. Y en la vida no hay marcha atrás, es una de las normas del juego. Y frustra, por ser fina. Pero de repente piensas que El Camino puedes hacerlo más veces, desde otros sitios, otros Caminos, con otra compañía. ¡Y sonríes! Joder, ¡qué alivio! ¡Puedes repetir y enmendar! ¡Puedes no ir la primera etapa queriendo llegar de los primeros!
Puedes no pasarlo mal porque te hayas confundido de vereda y te hayas tenido que desviar unos kilómetros, porque en el siguiente (crees) que no te pasará, eso sin pensar que, aunque te pase: NO PASA NADA mientras vuelvas no al camino, sino a ¡¡TU CAMINO!!
Anda y no entorpezcas paso. Ayuda antes de que te griten socorro. Da agua antes de que pasen el miedo de pedírtela. Comparte tu bocadillo cuando oigas una tripa que ruge porque mañana puedes ser tú el que va más rápido, el que grita socorro, el que está deshidratrado o el que pasa penurias. Carpe Diem, amigos.. Vita Brevis.
Como dice la canción de mi querido Jurro Pizarro y “De Otra Manera”, Camino: VOLVERÉ.