Mi primer camino fue con Nala. Algo que necesitaba de manera imperiosa y más en la época en la que lo hice. Una época en la que añoraba de manera extrema el poder viajar con ella y poder estar juntas mucho más tiempo al día, CADA DÍA. Como por trabajo no había podido hacerlo antes (porque antes de empezar a trabajar en la tele Murphy se cebaba: “¿¡Que quieres irte con tu perra unos días a caminar juntas, Sara!? Te voy a sacar un bolo –una actuación– que no podrás rechazar porque no sabrás cuándo será la próxima, mua ha ha!!”. Pasó el tiempo, llegó la tele con Zapeando diario y hasta julio de 2016 no pudimos hacerlo y fue de las mejores cosas que he hecho en mi vida. Tal fue así que el año pasado repetimos los cuatro (Saúl, Nala, Zuri y yo) y encima una semana más (el primero fue de Sarria a Santiago y El Segundo, el familiar, desde Astorga). Este, en cuanto a días, ha sido un nipatínipami: desde Pedrafita, ea 😉
Nala se ha venido conmigo de bolos siempre (incluso a los teatros, que ella en los camerinos se hace una rosquillita y tan felices las dos), por supuesto en todos los viajes personales y, en fin, compartimos vida. Y Zuri entró en casa (y por casa quiero decir “en mí”) bajo la misma premisa: vivirnos 🙂 Por eso este viaje con ella más cachorra, para que lo gozase como lo ha hecho. Es indescriptible ver esa fuerza y esa alegría. Ese “chof chof, chof chof” pisando el barro como el que va por la mejor de las tarimas. Ella iba y venía constantemente, sin perderte de vista, sin miedo más que a no verte bien. Por la primera etapa tan durísima que tuvimos me hice una lesión (nos tocó hacerla por carretera ? 6h sin poder parar porque nevaba y el camino estaba intransitable de la nieve de la noche) y Zuri lo sabía. Ve tus caras y te huele y te siente y, ahí la maravilla perruna: te espera, te arropa, te sonríe y te llena de fuerza. Como que estoy escribiendo esto os digo que en la segunda etapa que yo apenas podía caminar 15 min sin pararme un par de ellos del dolor. Ella estaba a menos de tres metros de mí yendo y viniendo, yendo y viniendo. Como esa cuerda del que escala, como ese banderín de meta del que corre. Porque ella ha sido eso en el camino: mi meta.
Como dice la nana de fondo del vídeo y de manera recíproca, vivir con tu/s perra/s/o/os es decirles y que te digan: “tranquila, tranquilo, que pase lo que pase…estaré ahí”.
Gracias a todos los que nos estuvisteis mandando besos, ánimos y abrazos virtuales. Llegan 🙂
Los alojamientos los tenéis en el vídeo, en el hueco para la descripción que tiene YouTube. Los preparativos? GANAS, MÁS GANAS, ILUSIÓN Y LO JUSTO EN LA MOCHILA (que la que más pesa es la que llevamos en la cabeza, os lo aseguro. La que más puede empujarnos o retenernos). En el camino lo importante, como debería serlo en la vida, no es la camiseta que te pongas ni que te combine con el pañuelo. En el camino lo que importa es que lo respires, lo observes y lo avances, como contigo mismo: respírate, obsérvate y avanza. Y si hay que parar.. para. Y volverás a caminar en cuanto puedas.
Gracias Zuri por estar en mi camino Vital 🙂
Te admiro, te aprecio, te idolatro, te respeto…TE QUIERO.
Ja ja ja
Antes comenté pensando que el viaje era de hace poco. Es que lo he descubierto por el libro que has comentado hoy en Pasapalabra.
Llevas 3 como yo. Pienso hacer el cuarto… pero siempre enteros… si te animas te hago de guía en btt. Un beso