Si Lorca levantase la cabeza…

Aplaudiría mientras lloraba al ver “De Liria Auroch”, obra dirigida por Sandro Guerrero y Sandra Bravo, escrita por Miguel Ochando y protagonizada por un elenco de excepción (Juan Alba, Irene Berciano, Lonena de Orte, Pablo Escamilla, Eva Olmos, Adrián Perea) con un trabajo que, objetivamente, y no porque le quiera con todo mi corazón, destaca y te atraviesa: el de Juan Logar como Auroch.

Sigo llorando al recordarlo. Sigo sonriendo al pensar que se ha escrito y puesto en pie una pieza tan necesaria. Sigo dándoles las GRACIAS a todos por “De Liria Auroch”.

El teatro es una herramienta eterna para mover el alma hacia la risa, hacia el llanto, hacia la reflexión de lo profundo o de lo ligero, porque todo es la vida y todo ha de existir, valorarse y, sobre todo, sentirse. Quizá el hecho de que yo me dedique al mundo del humor me hace valorar más aún las piezas teatrales que azotan las cabezas dormidas. Yo trato de hacer que las que se niegan a sonreír y a ver el humor como un arma de comunicación, lo hagan, lo asuman, lo incorporen. Y “De Liria Auroch” pretende hacer que la barbarie colectiva que apoya el universo toro se pare a sentir, por un ratito, si hay derecho a jugar con el alma de un animal que, porque no hable, no es inferior a ningún otro y ni mucho menos a nosotros, al ser humano, que aunque hablemos y construyamos las maravillas tecnológicas que hacemos nos hemos erigido los reyes del mundo y nos están dando lecciones a diario todos los demás miembros del planeta. Lo vemos con nuestra extrema territorialidad, con la falta de empatía, con la violencia gratuita, con la avaricia diaria.

Para mi la vida es (o debería ser) amor y humor. Mezclados. En equilibro. Base sólida. Y trato de que así lo sea en todo lo que de mi depende, aunque sepa que son elementos más viles y metales los que en verdad rigen la conducta humana. Pero yo me quedo con los míos porque mi vida sólo la vivo yo. Y mi parte consciente sabe que, por desgracia, esta obra no va a hacer que el mundo cambie y que los que deberían verla, precisamente, no lo harán porque eso supondría enfrentarse a ellos mismos y ver su barbarie reflejada con su nombre y apellidos. Pero me vale el “uno”: con que uno sólo cambie, sienta, AME lo que va a vivir desde su butaca… Además de por el trabajazo actoral, de dramaturgia y de dirección: DE LIRIA AUROCH habrá cumplido su misión.

Sólo puedo decir al equipo: GRACIAS, GRACIAS y GRACIAS.

 

Juan Logar

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